Querido padre, antes que nada quiero darte
las gracias por darme el placer de ser tu hija, sin importar que tanto o poco
tiempo dedicaste a mi, se que el que si me dedicaste fue con todo el corazón, y
del que no, aprendimos los dos. Aprendí a estar sin ti, a no entregar mi vida
ni depender de un hombre, a ser una persona independiente, y eso
definitivamente te lo agradezco. Gracias por la ausencia de años.
Sin embargo, ni siquiera toda esa ausencia
me da la respuesta a tu actual ausencia, este ultimo adiós fue definitivo, sin
vuelta atrás, sin llamadas ni mensajes de textos para decirme que me querías,
aunque no podrías ir a verme ese fin de semana. Y no pasa el día en que no
piense en que seria de todas las personas que dejaste aquí, que seria de mi y
mis hermanos, que seria de tu esposa y su familia, incluso pienso en que seria
de mi madre, quien tenia 17 años separada de ti cuando te despediste de nosotros.
La sentí, sentí la ausencia que dejaste
hace poco, en los días en los que me faltaban fuerzas para dejar la cama, en
aquellos días en los que mi animo estaba por el suelo, aquel dia en que me vi
en una camilla y rodeada de un equipo medico manipulando maquinas, sentí que me
faltaba la palabra de aliento de alguien, entonces cerré los ojos y te imagine,
imagine la ultima vez que tuve tu cuerpo aun vivo cerca de mi, te imagine
besando mi frente mientras decía “Que Dios te de juicio y vergüenza”. Justo en
ese momento decidí dejar actuar la anestesia en mi, me deje ir, con miedo, pero
contigo.
Aveces me imagino tus últimos minutos, y
trato de imaginar lo que en esos momentos pensaste, intento poner los
pensamientos que pasaron en tu cabeza en la mia, y te confieso que me duele,
entiendo que cuando viste este adiós cerca sufriste mucho, y comenzaste a
extrañar sin haberte ido.
Solo quiero decirte que realmente te
extraño, que eres el mejor hombre que he conocido, y el único “te amo”
verdadero que ha salido de mis labios.
Se despide con mucho cariño, tu hija.




